martes, 2 de febrero de 2016

Fernando Martínez Heredia, ¿a la mitad del camino?


(Palabras de presentación de la obra A la mitad del camino, publicada recientemente por la Editorial de Ciencias Sociales)
Elier Ramírez Cañedo
Foto de Rosa Encinas
He sido lector permanente de la obra de Fernando Martínez Heredia. Recuerdo que el primer libro de su autoría que cayó en mis manos fue “El corrimiento hacia el rojo”,[i] obra que me dejó una huella profunda no solo en el plano intelectual, sino en la manera de asumir mi condición de revolucionario. Quedé enganchado de tal manera que de inmediato comencé a buscar otros textos de este autor, del cual había oído mucho, pero conocía muy poco, su historia de vida también era una especie de acertijo para mí, ante tantos y diversos comentarios que había escuchado en mi etapa universitaria. Cuando pude profundizar en ella, creció aun más mi admiración hacia él.
CONSECUENCIA, creo es la palabra que mejor pudiera definir la vida de Martínez Heredia. Fernando ha sido un ortodoxo de la herejía anticapitalista y contra todas las dominaciones posibles. No creo que sea, como algunos pudieran verlo, un hombre de los 60, que dejó su mayor huella como Director del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana y de la Revista Pensamiento Crítico. Percibo en su actitud posterior -después de cerrado el departamento y la revista-, al no permitir convertirse -ni que lo convirtieran- en un amuleto de museo, sino aferrarse a la utilidad de la virtud, la mayor trascendencia. Fernando ha dejado su impronta en todas las etapas de la Revolución Cubana, porque precisamente ha sido uno de los descollantes hombres de la Revolución. Más que un intelectual revolucionario, ha sido un revolucionario intelectual.
Pude con el tiempo hacerme de otras de las obras de Martínez Heredia como: En el horno de los 90;[ii] El ejercicio del pensar;[iii] La revolución cubana del 30. Ensayos;[iv] Las ideas y la batalla del Che;[v] A viva voz;[vi] Si breve[vii] y Andando en la Historia.[viii] Todos están llenos de marcas y anotaciones, pues se han convertido en referencias a las cuales acudo con regularidad para desarrollar mi trabajo científico. De estos títulos que he mencionado, Andando en la Historia quizás sea uno de los menos conocidos de Fernando y sin embargo, de un valor extraordinario para los que nos dedicamos a la ciencia histórica. Andando en la Historia es un libro de análisis y de profunda reflexión teórica sobre la historia de Cuba en sus distintas etapas.
Nunca pensó el joven que leía y buscaba estos textos de Fernando con gran fascinación, que un día tendría la oportunidad de conocerlo, establecer una amistad entrañable, compartir luchas y desvelos comunes y, mucho menos, llegar a ser el presentador de uno de sus libros. Pero la vida da esos giros increíbles que lo colocan a uno en estas posiciones insospechadas; retadoras y honrosas a la vez.
Como sabemos, la obra de Martínez Heredia se ha convertido en un referente para el pensamiento de izquierda en nuestro continente y el mundo. Es en nuestro país uno de los mayores estudiosos y divulgadores del pensamiento del Che y de Antonio Gramsci, figuras que ocupan un lugar especial en la base de su pensamiento teórico y su praxis revolucionaria. Aunque su infinita modestia hace que en sus libros apenas aparezcan datos de sus resultados investigativos, obras publicadas, premios y reconocimiento obtenidos, sabemos que darían para varias cuartillas. El título de este libro que hoy presentamos, A la mitad del camino, tiene que ver también con esa sencillez y permanente espíritu creador del autor al considerar que, a pesar de los recién 76 años cumplidos, apenas ha realizado la mitad de sus anhelos y planes y de todo lo que aun pudiera servir a la Revolución, como intelectual orgánico de la misma que es. Fernando ha tenido que alternar y en mayor parte postergar la realización de sus proyectos de investigación, ante la movilización constante a la que es sometido en tareas coyunturales de divulgación y promoción cultural, ese maremagno en el que anda metido hace años. Rara vez, a pesar de los límites físicos que ya le impone la edad, Fernando se niega a alguna encomienda que signifique dialogar, polemizar, trasladar ideas y convicciones, incentivar esa gimnasia imprescindible que es el ejercicio del pensar, del pensar con cabeza propia. Ha ejercido la oralidad con tanta devoción como la ensayística. En esa labor, los jóvenes han sido sus principales interlocutores, pues en ellos ha cifrado las esperanzas fundamentales para el presente y el futuro de la nación y la revolución cubanas.
Por eso, de todos los premios[ix] que ha recibido Martínez Heredia, el que más me complace y estoy seguro que lo ha hecho más feliz, es el de Maestro de Juventudes que otorga la Asociación Hermanos Saíz, organización con la que ha mantenido una hermosa y estrecha relación durante años.Es imperioso que los jóvenes no permitan que llegue a haber dos Cubas en la cultura”,[x] fue la idea fundamental que nos trasmitió al recibir ese premio y hablar en nombre de los homenajeados en el 2011. Pero en sus palabras ese día –las cuales aparecen íntegramente en este libro- también señaló algo que creo está en la clave del por qué Fernando ha logrado siempre una conexión especial con los jóvenes: “Que los alumnos de todos nosotros –de los maestros de hoy- puestos a la tarea de realizar y cumplir, no nos hagan caso en nada que hayamos dicho que pueda estorbarles para cumplir los ideales que estamos compartiendo hoy. Que sientan siempre con su propio corazón, y piensen con cabeza propia. Solo así serán capaces de hacer a Cuba cada vez más libre, más justa y más próspera”.[xi]
Creo que hay que agradecer al Instituto del Libro y la Editorial de Ciencias Sociales que hoy nos permitan contar con esta obra, A la mitad del camino, que recoge parte de lo que ha sido la vida intelectual de Fernando en los últimos años, convertido en una especie de maestro ambulante tan necesario en nuestro tiempo, llevando su mensaje y su voz a los escenarios más disímiles, tal si fuera una misión cristiana en pos de la salvación del socialismo y la superación del horizonte capitalista, esa “prehistoria de la humanidad”.
A la mitad del camino es una especie de calidoscopio: prólogos, presentaciones de libros, intervenciones en eventos académicos y científicos, textos publicados en distintos sitios digitales o revistas y periódicos impresos, homenajes a grandes amigos y entrevistas realizadas al autor. También se incluyen varios textos inéditos. Sin embargo, no deja de tener organicidad e intencionalidad. El primer trabajo es un hermoso recuento de la marcha de los lazos amarillos que encabezó nuestro héroe René González y el presidente de la UNEAC, Miguel Barnet, y que movilizó a gran parte del pueblo habanero en reclamo por el regreso de Fernando, Ramón, Toni y Gerardo, mientras que el último, titulado Días históricos. Épocas históricas, que por fortuna fue publicado en Granma, ya con la alegría del regreso de los héroes a la patria y restablecidas las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos, es un aldabonazo para aquellos que se confunden o caen en el embeleso a la hora de analizar el nuevo escenario de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba.

Otra de  las virtudes del libro es que no requiere un orden de lectura obligado de inicio a fin, pues puede leerse de manera salteada de acuerdo al interés del lector. En cada uno de los textos se devela esa gran capacidad del autor de decir mucho en pocas palabras, remover el pensamiento hasta el nivel del sentido común, fijar ideas de gran calado y al mismo tiempo mantener una prosa elegante y atractiva. Las presentaciones y prólogos de libros de otros autores resultan formidables para incentivar la lectura de los mismos. Hay muchos libros de calidad en nuestro país que yacen dormidos en bibliotecas o librerías por no tener la divulgación adecuada.
Como Fernando es muy difícil encasillar en una ciencia social en particular – él mismo rechaza esos acartonamientos- prefiere que lo consideren un pensador social - hay mucho de historia, pero también de politología, economía, filosofía, derecho y sociología. Los textos se sumergen en líneas de investigación general que han acompañado al autor a lo largo de su trayectoria intelectual: la historia y el presente de Cuba y de América Latina y el Caribe, las experiencias de rebeldías y luchas anticapitalistas en el siglo XX y los órdenes posrevolucionarios que permiten al sistema capitalista regenerarse y mantener  la hegemonía sobre la base de un mejor consenso. En este último aspecto siento que Fernando ha hecho aportes teóricos insoslayables.
Hallo también de mucho valor en esta nueva contribución de Fernando Martínez Heredia la incorporación de una serie de textos imprescindibles para una historia de la Revolución cubana en el poder, que tanta falta nos está haciendo a los cubanos, en especial a los más jóvenes. Al tiempo que contribuye a promocionar textos o materiales audiovisuales de otros autores de la historia de este período, Fernando aprovecha para brindarnos su amplio conocimiento sobre estos temas, que han formado parte del objeto de estudio fundamental de sus investigaciones. También nos deleita con su propio testimonio, por ejemplo, de cómo vivió aquellos días “luminosos y tristes” de la crisis de octubre de 1962. De ahí que coincida con el prologuista Silvio Correa, cuando señala que “si algún día alguien se sintiera tentado a hacer una biografía de Fernando, A mitad del camino y Si breve, que es su antecedente más inmediato, serían buenos lugares para empezar”. [xii]
Como no es pretensión de este presentador hacer alusión a cada uno de los trabajos que aparecen compilados en este libro, solo quisiera compartir algunas ideas que defiende Fernando y que me parecen de extraordinaria importancia para el pensamiento revolucionario de izquierda y para la Cuba actual. Son ideas que Fernando desliza una y otra vez en sus textos de manera sintética, pero que encierran una gran sabiduría acumulada durante años de trabajo intelectual y de práctica revolucionaria en Cuba y en América Latina:
·         “La cultura es, por su naturaleza, sus fuerzas acumuladas y sus logros, lo que está más cerca de ponerse a la altura de las revoluciones sucesivas, las tareas diferentes y superiores a lo que parece posible y la ambición desmesurada, tres rasgos que son esenciales para que exista el socialismo”.[xiii]
·          “Las revoluciones son contrarrestadas por sus enemigos, y también por elementos que ellas mismas van creando en el curso de su desarrollo, en contra de sus propios objetivos finales, pero sus logros fundamentales son aquellos que después de plasmarse y practicarse se convierten en los que es normal a los ojos de todos. Por ejemplo cuando ya a nadie se le ocurre pensar que la casa no sea del que vive en ella”.[xiv]
·         “Como estamos acostumbrados a honrar y exaltar nuestras revoluciones, resulta difícil darle la importancia que merece el estudio de las épocas en que no hubo revoluciones, y hacerlo cumpliendo las reglas básicas del análisis histórico. La vida de las sociedades no pueden comprenderse sin conocer las largas etapas de conservación y de evolución, los pisos de realidades y el contenido de la hegemonía de las clases dominantes y el consenso consiguiente de las mayorías, es decir, el orden vigente y al parecer intangible contra el cual irrumpen retadoras las revoluciones. Estos últimos eventos, tan impactantes y trascendentes, tampoco pueden conocerse bien sin comprender aquellas etapas que los precedieron”.[xv]
·          “Las experiencias, la memoria y los frutos de la conciencia y el conocimiento de la revolución que triunfó en 1959 constituyen un referente y una fuerza del socialismo cubano en la situación actual. Forman parte de las duras realidades la conversión en rutinas vacías de una gran parte de las expresiones y conmemoraciones relativas a nuestra historia, y lo peor, el crecimiento de la ignorancia acerca de ella. Frente a esas realidades, el alto nivel de la cultura general y política cubana exige rescatar esa historia y profundizar en su conocimiento, y sobre todo exige que los jóvenes se apoderen de aquella gesta, con la información mayor, más honesta y mejor que sea posible, que les ayude a asumirla y hacer sus propias valoraciones”.[xvi]
·         “La Revolución supo serlo realmente, porque tuvo la audacia, valentía e inteligencia para pretender y lograr lo imposible y cambiar al pueblo de Cuba y al país, pero fue factible porque no apeló a la donación, sino a abrirle vías de actuación y de conciencia al pueblo para que fuera protagonista del proceso”.[xvii]
·         “Se enredará en sus propios pies y caerá quien crea que puede hacer cambios revolucionarios con los modos de mandar y obedecer de los regímenes de dominación que la humanidad ha padecido, y con las relaciones sociales una y otra vez modernizadas que ha creado y recrea el capitalismo. Porque con esos procedimientos y con la cultura burguesa jamás se podrá avanzar hacia sociedades liberadas y hacia una cultura de liberaciones”.[xviii]
·         “El carácter de una Revolución no está determinado por la medición de la estructura económica de la sociedad, sino por la práctica revolucionaria. En las condiciones desventajosas de la mayoría de los países del mundo, la transición socialista y la sociedad a crear están obligadas a ir mucho más allá de lo que su “etapa de desarrollo” supuestamente les permitiría y a ser superiores a la reproducción esperable de la vida social: deben realizar simultáneas y sucesivas revoluciones culturales que las vuelvan invencibles. Es preciso acometer la creación de una nueva cultura, que implica una nueva concepción de la vida, las relaciones entre las personas y el mundo, al mismo tiempo que se cumplen las tareas imprescindibles, inmediatas, urgentes e ineludibles”.[xix]
·          “Opino que tolerar las diversidades constituye una mezquina puesta al día del autoritarismo, la arbitrariedad y el dogmatismo que tanto daño nos ha hecho. La única posición positiva en esta cuestión es sentir y considerar a la sociedad cubana como un complejo en el cual las diversidades son efectivamente una gran riqueza –y no una desgracia o una molestia inevitable-, y a la unidad como un valor muy superior que supimos conquistar entre todos, pero que, como sucede siempre, es una unidad de diversidades y puede albergar también concesiones y errores”.[xx]
·          “Cuando la voluntad consciente y organizada pelea y logra hacerse masiva, se vuele capaz de fundar otra lógica, que no es la de dos y dos son cuatro, y de crear otro sentido, que llega a torcerle el cuello al sentido común”.[xxi]
Termino mis palabras con las 15 líneas de Fernando dedicadas a Fidel en su 80 cumpleaños, incluidas en esta obra, como una manera hermosa de homenajear a nuestro líder histórico, ahora que ya comenzamos a celebrar sus 90 años de vida y cuando más necesitamos sembrar su obra y pensamiento en lo más profundo de las mentes y los corazones de los jóvenes cubanos:
Empecé de “fidelista” siendo casi un muchacho. La Revolución cubana ha sido para mí la vida y Fidel ha logrado encarnar la revolución durante más de medio siglo. He compartido sus posiciones en todas las cuestiones esenciales, y cuando no he estado de acuerdo con él lo he seguido también. Admiro sin tasa tantas virtudes suyas que no cabrían en quince líneas, y también sé que las personalidades impares no pueden detenerse a limar sus defectos. Para que el pensamiento pueda servir bien, no puede ser súbdito de nadie. Pero está obligado a servir a la justicia social y la libertad humana, a tener cabeza propia y casarse con toda la verdad que alcance a ver. Fidel es un maestro en todas esas cualidades, y más que ningún otro estadista ha tratado de defenderlas frente a las razones de Estado y de política, y frente al poder que se ha visto forzado a ejercer. Cambió los lauros de pensador famoso por los de educador popular, y por ser motor de que los humildes se apoderaran de la vida, la liberación y la cultura. Pero estoy seguro de que vendrá el día en que se le estudie como uno de los más grandes pensadores sociales del siglo XX”.[xxii]  

Notas


[i]  El corrimiento hacia el rojo, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2001.
[ii] En el horno de los 90, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2005.
[iii] El ejercicio del pensar, (Segunda edición), Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2010
[iv] La revolución cubana del 30. Ensayos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007.
[v] Las ideas y la batalla del Che, Editorial de Ciencias Sociales-Ruth Casa Editorial, La Habana, 2010.
[vi] A Viva Voz, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2010.
[vii] Si breve…, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2010.
[viii] Andando en la historia, Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello-Ruth Casa Editorial, La Habana, 2009.
[ix] Entre ellos Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas en el 2007 y Premio Nacional de Investigación Cultural 2015.
[x] Fernando Martínez Heredia, “No permitan que llegue a ver dos Cubas en la cultura”, en: A la mitad del camino, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2015, p.7.
[xi] Ibídem, p.11.
[xii] Silvio Correa, “Brevísimas palabras al lector”, en: Ob.cit, p.2.
[xiii] Fernando Martínez Heredia, “No permitan que llegue a haber dos Cubas en la cultura”, en: Ob.Cit, p.8.
[xiv] “El largo año 68”, Ibídem, p.19
[xv] “Nacionalismo y socialismo en Cuba”, Ibídem, pp.92-93.
[xvi] “La insurrección en Matanzas en los años 50”, Ibídem, p.105.
[xvii] “El año de todos los sueños”, Ibídem, p.108.
[xviii] “Padrecito Stalin, no vuelvas”, Ibídem, p.149
[xix] “Hugo Chávez, identidad y rebeldía latinoamericana”, Ibídem, p.174.
[xx] “Identidad: algunos problemas teóricos”, Ibídem, p.257.
[xxi] “La hora de Venezuela”, Ibídem, p.271.
[xxii] “Fidel en quince líneas”, Ibídem, p.176.

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