viernes, 25 de noviembre de 2011

Soldados estadounidenses, en misiones de la CIA

Enrique Ubieta Gómez
Asistimos a un estado de cinismo supremo, en el que los mercenarios –acorralados por las denuncias que no pueden eludir, entre informes de subvenciones congresionales descaradamente públicas, archivos desclasificados y documentos filtrados por WikiLeaks–, optan por aceptar, en actitud desafiante: “sí, recibimos dinero, ¿y qué?” o “sí, recibimos ayuda del gobierno estadounidense”. Hace unos meses, Juan Carlos Castillón, uno de los fundadores del blog Penúltimos días y uno de sus más asiduos articulistas, reconocía sin rubor la admiración que siente por Bambi, alias de guerra de Posada Carriles. En un artículo que reproducía Hernández Busto, decía: 
“Posada Carrilles ha sido soldado estadounidense en tiempo de guerra y eso le da derecho a estar en Estados Unidos. (…) Porque aunque nos hayamos olvidado de ella y la hayamos relegado a ese cajón en que se guardan los recuerdos molestos, la Guerra Fría fue una guerra real. Una guerra en la que participaron numerosos exilados en contra de los estados que dirigían sus naciones. (...) La razón por la que muchos exiliados cubanoamericanos simpatizan con Posada Carriles es porque fue un combatiente en esa guerra”. Fueron hombres, confiesa finalmente Castillón, "que se alistaron en 'La Compañía', o la apoyaron, para luchar por sus países combatiendo por los Estados Unidos". La Compañía, así suelen llamar a la CIA. 
¿Qué significaba ser soldado estadounidense, trabajar para la CIA? Para Posada Carriles era ser consejero policial y torturador de los cuerpos represivos de la Venezuela pre-chavista, asesor de las dictaduras de Pinochet y de ARENA en El Salvador, enlace de la operación Irán – Contras durante la guerra sucia contra Nicaragua, organizador de atentados a aviones civiles y hoteles cubanos. Es bueno recordar esa confesión de Castillón –que involucra a Hernández Busto– a propósito de esta otra noticia publicada hoy por El Nuevo Herald
“El próximo mes, un grupo de exiliados veteranos de una guerra no declarada hace 50 años en el Congo Belga, se reunirán para recordar e hilar la fantástica historia de su segunda misión más importante. La primera fue la fallida invasión de Bahía de Cochinos en 1961, patrocinada por la CIA en un intento por derrocar a Fidel Castro. Pero el interés se centra ahora en una campaña poco conocida protagonizada por unos 100 pilotos exiliados cubanos reclutados por la CIA, entre ellos veteranos de Bahía de Cochinos, para entrar al Congo y evitar que los guerrilleros izquierdistas simba fueran reforzados por soldados de Castro, la Unión Soviética y China”. 
Soldados estadounidenses que ya no sienten vergüenza en admitir que combatieron en Playa Girón o en el Congo, en misiones organizadas por la CIA. Yoani Sánchez admite ya que no es malo recibir dinero, provenga del gobierno estadounidense o no, para subvertir al gobierno cubano. Ella también es soldado estadounidense: combate a los gobiernos de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua; apoya las intervenciones de la OTAN en el Medio Oriente, y la subversión de los gobiernos, revolucionarios o no, hostiles a Washington. La Guerra Fría al parecer no ha terminado. En cualquier momento confesará con orgullo que ha cumplido misiones de la CIA, y reclamará lo justo: que la potencia imperialista la acoja como hija adoptiva.

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